jueves, 19 de septiembre de 2019

SURGIMIENTO DE NAZISMO FASCISMO Y FALANGISMO


1. en compañía de la docente realice la lectura de las características de los totalitarismos

IDEOLOGIA

Una ideología es el acumulado de ideas, pensamientos y prácticas que están relacionadas, sobre un entorno real acerca de un sistema general que comprende el ámbito político, social, económico, religioso, moral e incluso lo científico y tecnológico. La ideología puede también hacer referencia a los pensamientos e ideas de un individuo, sociedad o incluso periodos históricos, como por ejemplo la ideología fascista, la ideología neoliberal, la ideología marxista, entre otras. Las ideologías consisten en un fundamento teórico que define los ideales, objetivos y formas de vida a los cuales se aspiran llegar, y por otra parte un fundamento práctico, el cual no es más que las medidas, acciones y reformas que se deben ejecutar para en definitiva alcanzar el ideal.


Totalitarismo

En los regímenes fascistas el Estado intervenía en todos los ámbitos de la vida, coartando la libertad de los individuos. Controlaba la actividad privada, política y social, la economía, la educación y medios de comunicación. 
Familia alemana
El poder de la radio 
La persona existía en tanto existía el Estado y quedaba subordinada a las necesidades de éste. Se invirtieron así los fundamentos del Estado liberal cuyo poder emanaba de los individuos. El Estado fascista se fundamentaba en la fuerza, el liderazgo y la jerarquía, no en el sufragio, ejerciendo un absoluto control de la sociedad. La división de poderes fue menospreciada y el ejecutivo se apropió de las funciones del legislativo y el judicial.


El Partido oficial era la única organización política permitida. A través de él se fiscalizaba y regulaba la acción del Estado con el que llegó a confundirse, siendo su poder omnímodo. 



Antiliberalismo y anticapitalismo

Los ideólogos fascistas tildaron al liberalismo de ser una ideología débil, incapaz de frenar al auge del comunismo e ineficaz para mantener el rumbo de una economía sometida a crisis cíclicas. La democracia y el sufragio universal se consideraron métodos artificiales e inútiles que intentaban igualar la natural desigualdad entre los hombres.

La libertad, encarnada en los derechos de expresión, asociación o reunión fue contemplada con desdén: intelectuales y artistas fueron hostigados cuando no se ajustaron a los estrechos cauces establecidos por el Estado fascista.
Sigmund Freud
Mussolini como líder 
Los partidos políticos fueron catalogados como instrumentos de desmembración social y, en aquellos países donde el fascismo alcanzó el poder, fueron ilegalizados y perseguidos. La unidad del Estado se consideró sagrada y para preservarla, se confíó en la acción de un único partido bajo el liderazgo del jefe o caudillo.


El capitalismo se identificó con los financieros y banqueros judíos, calificados como elementos degenerados de la burguesía. Se distinguió claramente entre la figura del gran capitalista, sinónimo de usurero corrupto, y la del empresario, honrado, laborioso y solidario con la comunidad. 
Ilustración antisemita


El anticapitalismo fascista fue reiteradamente pregonado como el origen de la explotación de los trabajadores. Como contrapartida, se pusieron en en práctica ciertas medidas de carácter social: participación de los obreros en los beneficios empresariales, creación de sistemas de seguridad social, etc.


Cartel sindical
Empresarios, trabajadores y producción fueron puestos al servicio del Estado. Se encuadró a los obreros en ramas organizadas según la actividad laboral (construcción, textil, metalurgia, etc), en las que también fueron integrados los empresarios. Los sindicatos de izquierda, surgidos para defender los intereses de la clase trabajadora frente a la patronal, fueron eliminados y sustituidos por organizaciones estructuradas al modo militar.

Sin embargo, a pesar de ese discurso propagandístico, Hitler, Mussolini y otros dictadores fascistas se apoyaron y defendieron al gran capital, al que recurrieron como fuente de financiación en su camino hacia el poder. Una vez alcanzado éste, la alianza con los grandes empresarios se estrechó aún más, hasta constituirse en la columna sobre la que se vertebró la economía.

Factoría FIAT en TuríN
SA 
Para granjearse el apoyo del capital fue necesario, en ciertos casos, eliminar aquellos sectores que en el seno de la propia organización fascista postulaban cambios sociales revolucionarios. Así sucedió en Alemania, cuando Hitler destruyó la influencia de las SA en la "noche de los cuchillos largos", durante la cual fue asesinado Ernst Röhm, principal líder de la organización, junto con otros dos centenares de mandos.

Algo similar tuvo lugar en España: el general Franco, una vez concluida la contienda civil, procedió a reorganizar Falange Española de las JONS (Decreto de Unificación, 1937), la principal formación de carácter fascista española, despojándola de su contenido revolucionario, lo que provocó la oposición de algunos de sus más significados líderes, caso de Manuel Hedilla, que fueron represaliados





Ultranacionalismo

Los fascismos ambicionaron alcanzar la unidad y la identidad nacionales, desde una visión conservadora, excluyendo y hostigando a quienes pusiesen en peligro tal aspiración, ya fuesen otras naciones o, dentro del mismo Estado, aquellos elementos considerados extraños, por ejemplo, las minorías raciales (judíos, gitanos, etc.).
Los movimientos de carácter internacionalista, como la III Internacional (Komintern) y los grupos políticos que la integraban (comunistas), fueron también condenados y perseguidos, acusados de estar al servicio de potencias extranjeras, fundamentalmente de la URSS.
Amigos de la URSS


Hubo casos en los que los sentimientos nacionales se exasperaron, como en el caso de las regiones de Alsacia y Lorena, en poder de Francia a raíz del Tratado de Versalles, o la parte oriental de la Prusia alemana, bajo soberanía polaca.
En ambos casos el nacionalismo fue alentado y utilizado como arma política contra otros estados, creando un ambiente de xenofobia, rencor e intransigencia que originó tensiones y conflictos.

En febrero de 1938 Hitler anexiona Austria al III Reich (Anschluss). Parte de la población austríaca, de habla y cultura germánicas, vio con agrado esta acción que había sido prohibida por las potencias vencedoras tras la Gran Guerra y que formaba parte de las reivindicaciones nacionalistas alemanas.



Frente a este ambiente de ultranacionalismo, las principales potencias democráticas reaccionaron con tibieza, adoptando una estrategia conocida como "política de apaciguamiento", basada en el mantenimiento a toda costa de la paz pese a las provocaciones y hostilidad de las potencias fascistas.

En septiembre de 1938, por el "Pacto de Munich", el Reino Unido y Francia concedieron a Hitler licencia para anexionarse gran parte del territorio de los Sudetes (Bohemia-Moravia), perteneciente a Checoslovaquia y donde residía una importante minoría de origen alemán.
Acuerdos de Munich


Los acuerdos de Munich resultaron un fracaso, pues meses más tarde (marzo de 1939), Hitler invadía la totalidad del territorio checo. El ataque a Polonia (septiembre de 1939) culminaría esa escalada de agresiones, originando la Segunda Guerra Mundial.

Resucitando a Roma
Para condicionar a las masas en torno a la idea de una patria común se manipuló a conveniencia la historia: por ejemplo, Mussolini volvió su mirada en la antigua Roma, tratando de evocar la grandeza de ese imperio e identificándolo con la Italia fascista.

Consideró "mare nostro" al Adriático, al modo en que los romanos distinguieron al Mediterráneo. Creó un imperio que, hasta 1941, tuvo posesiones en África (Somalia, Etiopía o Abisinia y Libia), en el Egeo (Dodecaneso) y en el Mediterráneo (Albania).
El imperio italiano

Ejemplos similares se dieron en otros regímenes totalitarios: en España, el franquismo apeló a la monarquía de los Reyes Católicos y a la época de los primeros Austrias como paradigmas de unidad y grandeza. Valores que había que rescatar frente a la "desunión" y "decadencia" en que había caído el país.




Liderazgo de un jefe carismático
Un líder
Los fascismos trataron de conseguir la armonía social bajo la benefactora acción de un jefe ("duce, führer, caudillo"). Sin su liderazgo, la naturaleza amorfa de las masas desembocaría en el desgobierno y el caos.

Para llevar a cabo su misión el jefe debía rodearse de una élite competente, preparada y portadora de la razón y la verdad. Los individuos eran considerados ineptos para la asunción de responsabilidades y la toma de decisiones por sí mismos, su papel en la sociedad fascista era el de súbditos, no ciudadanos de pleno derecho. Hitler y Goering


POSTER NAZI


A. Hitler
El jefe debía estar dotado de un especial carisma que lo distinguiese del resto de los mortales y aglutinara las diferentes tendencias dentro del poder. De ese modo se evitaba el peligro que padecían las sociedades democráticas, acosadas por el fantasma de la desintegración partidista.

Ante el líder solo restaba actuar con una fe ciega expresada a través del culto a la personalidad. Además de su papel dirigente, la misión de jefe era servir de guía del pueblo, ejerciendo sobre él una labor benefactora y paternal. Retrato del Fürher

Escuchando al Führer
La propaganda se encargó de glorificar insistentemente ese papel, haciendo uso de todos los medios a su alcance. Especialmente útil fue la radio, cuyas ondas llegaban fácilmente a los más recónditos lugares y se encontraba presente en numerosos hogares
Racismo y xenofobia
Todo aquello que el fascismo interpretó que podía descomponer una sociedad uniforme y rígidamente estructurada fue perseguido. Así ocurrió con las minorías raciales (judíos, eslavos, gitanos, etc).
Niños judíos en el gueto de Varsovia (Polonia). Ampliar imagen
Judíos polacos
En la Alemania nazi estos grupos fueron en principio aislados para evitar que contaminasen a los "ciudadanos normales"; más tarde se procedió a eliminarlos desde una visión que perseguía contribuir a la idea eugenésica de mejorar la raza aria, considerada como superior e identificada con el pueblo alemán. Texto. El racismo nazi. Adolf Hitler. Mein kampf
Otros pueblos, racialmente impuros (ej., los eslavos) fueron objeto de desprecio o persecución y, en cualquier caso, puestos al servicio de los intereses de esa raza superior. Texto. El racismo nazi. Adolf Hitler. Mein kampf
Tras esos planteamientos subyacía, de hecho, un darwinismo social que enfatizaba pseudocientíficamente la desigualdad cultural, racial y étnica de la humanidad, estableciendo una escala en importancia cuyo peldaño superior era ocupado por la raza ariaTexto. La raza aria, características. Por Hans Günter
Cartel nazi de las Juventudes Hitlerianas que representa a un niño de rasgos raciales arios. En el fondo, la efigie de Hitler.  Ampliar imagen
Juventudes Hitlerianas
Esa idea suponía la culminación ideológica que los europeos habían exhibido durante la formación de los grandes imperios coloniales.
Horno crematorio del campo de exterminio de Auschwitz (Polonia). Ampliar imagen
Horno crematorio de Auschwitz
Campo de concentración de Auschwitz-Birkenau
Especialmente significativo fue el caso de los judíos, a quien los jerarcas nazis responsabilizaban de ser el origen de los males que aquejaban al pueblo alemán y, por lo tanto, merecedores de ser destruidos. Para ello se planificó la “solución final”Texto. La "solución final". Declaración de Rudolph F. Hoss, comandante del campo de Auschwitz, ante el Tribunal de Nuremberg en 1945
En otros países (Italia, España) la xenofobia y el racismo, si bien estuvieron presentes en su discurso ideológico, no llegaron a alcanzar el grado de encono, violencia y sistematización que en la Alemania hitleriana.

BIBLIOGRAFIA:



TALLER PERSONAL

Con ayuda de la pagina: http://www.claseshistoria.com/fascismos/n-nazismo.htm. extraiga las características de cada uno de los ítem

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